lunes, 3 de julio de 2017

LOS CABALLOS DEL SANTUARIO TARTÉSICO DEL TURUÑUELO


El yacimiento del Turuñuelo (Guareña, Badajoz), se viene excavando desde el año 2015. Desde sus inicios ha sorprendido tanto por su riqueza arquitectónica como por los materiales encontrados, y sobre todo, por el estado de conservación de sus estructuras. 
Estos trabajos están coordinados por los arqueólogos Sebastián Celestino y Esther Rodríguez, del CSIC.
Los investigadores se encuentran ante un yacimiento de excepcionales condiciones para el estudio de la cultura tartésica del interior, que ocupó el suroeste de la Península Ibérica (Huelva), en el s. VIII a. C, que tras una fuerte crisis su población se traslado al valle del Guadiana, donde volvió a renacer con fuerza, como lo demuestra los registros encontrados en todo la zona del valle del Guadiana. En la zona ya han sido excavados los yacimientos de la Mata (Campanario, Badajoz) y Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz).
En el Turuñuelo (s. V a. de C), nos encontramos ante un santuario donde se llevo a cabo un gran sacrificio, que se fundamentó en una gran ofrenda a los dioses antes de abandonar el lugar.
En la campaña de 2016, se hallo una escalera, con unos diez escalones. Los cinco escalones superiores están cubiertos por lajas de pizarra y los inferiores están realizados con sillares cuadrangulares.
Al lado de esta escalera, en la campaña pasada, aparecieron dos caballos y en la campaña de 2017 han aparecido un total de 16 equinos, junto a dos toros y un cerdo. Los caballos han aparecido en conexión anatómica, con el herraje puesto, por lo que han deducido los investigadores que se trata de un sacrificio ritual o unas ofrendas en aras de los sacrificios. 
El caballo ha sido compañero del hombre desde hace miles de años, no hay animal más hermoso y noble; por la simbología que encierra para muchas culturas no se ha utilizado como alimento, como por ejemplo en nuestro país, sin embargo, ha aparecido un rico ajuar para la celebración del banquete como calderos grandes, dos jarrones, una parrilla, varios pinchos para la carne, quemaperfumes, coladores… Así como, una amplia vajilla de platos, vasos y copas pintadas con imitación griega, debido a los contactos comerciales con otras culturas del mediterráneo.
Este extraordinario yacimiento aportará luz sobre los aspectos económicos, sociales y arquitectónicos de la cultura tartésica, así como, el papel que jugaba el santuario y los ritos de animales.



Vista del santuario tras los hallazgos. Foto: CSIC.


Restos de caballos sacrificados junto a la escalera. Foto: S. Burgos.


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